Viajeros: Familia Pérez-Estrada
Hospedaje: Hostal Cruceiro do Monte (Tui), Hotel Azul (O Porriño), Hotel Santo Apóstolo (Soutoxuste, cerca de Redondela), Hospedería del Monasterio de Poyo (Pontevedra), Hotel Lotus (Caldas de Reis), Hotel Chef Rivera (Padrón) y Hospedería del Monasterio de San Martín Pinario (Santiago de Compostela)
Días: 6 días
Transporte: Avión y coche de alquiler
Ciudades: Tui, O Porriño, Redondela, Pontevedra, Caldas de Reis, Padrón y Santiago de Compostela
Fecha: agosto de 2018

Al llegar a Tui con la furgoneta de alquiler, nos hospedamos en el Hostal Cruceiro do Monte, muy sencillo y básico. Estaba limpio, sin embargo no tiene recepción por la noche y no pude ir a quejarme de unos rusos que estaban de botellón en la habitación de al lado y que no me hacían caso cada vez que iba a su habitación a quejarme. Lo que sí tenían era el mejor y más variado desayuno que tomamos en todo el Camino.
DÍA 1: TUI – O PORRIÑO (18,7 km)
Esta primera etapa es de las más bonitas, ya que transcurre por paisajes verdes, entre árboles y naturaleza, tocando relativamente poca carretera y más caminos campestres. Además tiene bastante sombra, por lo que el sol no será un gran problema.

La etapa comienza desde el centro de Tui, donde podemos ver la fachada de la bonita catedral románica de dicha localidad. Una parada obligada en esta etapa es en el Chiringo Ribadelouro. Un jardín muy bonito con un pequeño quiosco donde poder tomar un buen bocadillo, snack o café y cuyas dueñas son encantadoras.

Después de comer fuimos a descansar un par de horas al hotel y después cogimos el coche a la ciudad portuguesa de Valença do Minho. Una visita muy recomendable, no sólo por su fortaleza y calles empedradas, sino por las compras de sus toallas y sábanas, que son famosas en el mundo entero.
Ya atardeciendo quisimos subir al Mirador del Monte Santa Tecla, en un pueblo llamado A Guarda, pero el GPS nos jugó una mala pasada, llevándonos por un camino equivocado. Un vecino de la zona nos vio un poco perdidos y nos explicó que Google Maps tiene mal indicado el mirador, así que hay que tener cuidado si se quiere subir a él, ir con tiempo y preguntar antes.

Si decides hacer todo el camino hasta donde estaba nuestro hotel, como hicimos mis padres, Nacho, Pedro y yo, además de hacer unos kilómetros más, podrás disfrutar de un último tramo muy bonito, con caminos por el bosque, donde pudimos ver un ciervo, y unas vistas espectaculares a la ría de Vigo. Además en este tramo se encuentra una obra de arte hecha por los caminantes que van colgando sus vieiras para crear así un mural del peregrino.

Después de comer en el hotel, descansamos por la tarde y algunos nos bajamos a la playa que hay algo más abajo del hotel. Esta playa no es gran cosa, pues el agua está llena de algas y el fondo de la ría es algo fangoso. Mas tarde, fuimos en coche al pueblo de Arcade para visitar el Castelo de Soutomaior, del siglo XII que se encuentra perfectamente conservado y tiene unos jardines de camelias preciosos, y al Puente Sampayo, un puente medieval de origen romano.





Ya por la tarde cogimos la furgoneta para ir a la Hospedería del Monasterio de Poyo. Se trata de un hotel muy básico y austero en un antiguo monasterio de la orden Mercedaria. Las habitaciones son limpias y muy simples, pero lo mejor de todo es el lugar en el que está, y la visita al precioso monasterio, con dos claustros muy cuidados, un mosaico de piedra que representa el Camino de Santiago y sus salas con libros, figuras y otros objetos de la orden Mercedaria.

La visita de la tarde sería en el bonito pueblo de Combarro, junto a la ria de Pontevedra. El mayor atractivo de este pueblo son los numerosos hórreos que tiene por sus calles empedradas. El problema es que ahora, al menos cuando nosotros estuvimos, todas las calles están llenas de tiendas, puestos y bares que estropean la belleza de las mismas.
Por la noche fuimos a cenar a un buenísimo restaurante entre Poio y Rial llamado A Nova Cepa. Todo estaba excelente, pero especialmente el pulpo, las zamburiñas, los fideos con almejas y unos lazos de postre.



En esta etapa tomamos un pequeño desvío de unos 400 metros para hacer una parada en las cascadas del río Barosa. Son unas bonitas cascadas de agua fría, perfectas para sofocar el calor del día.

Una vez repuestos y frescos continuamos la peor parte de la etapa, la entrada a Caldas de Reis, que carece de sombras y es más fea. Al llegar, fuimos directos al Hotel Lotus, que es bastante normalito y tiene la recepción al otro lado de la calle. Comimos en la Taberna O Muiño, a la orilla del río Umia. El sitio es muy bonito, la camarera muy simpática, pero la comida tampoco estaba muy allá, aunque el chuletón (que no pedimos) tenía muy buena pinta.

Por la noche cenamos bastante bien en un restaurante en el otro lado del río del balneario, Cafetería Termas, donde estaba especialmente buena la tortilla de patatas.

En Padrón nos hospedamos en el Hotel Chef Rivera, parecido al resto pero esta vez sí tenía ascensor, al contrario que los otros en los que habíamos estado. En esta ocasión una parte del grupo quisimos darnos un festín y fuimos a comer el menú degustación del Asador O Pazo, por 35€ que estaba realmente bueno.
Después de comer ya para bajar la comida volvimos caminando hasta el hotel, parando a ver la Iglesia de Santa María de Iria Flavia, y su cementerio donde está enterrado el premio nobel de literatura Camilo José Cela.

DÍA 6: PADRÓN – SANTIAGO DE COMPOSTELA (25,2 km)
¡Al fin! La última etapa y la más dura de todas, tanto por los kilómetros como por el largo camino que discurre por carretera y ciudad. Pero todo eso se hace pequeño cuando a cada paso te acercas más a la meta: la Catedral de Santiago.
Al llegar a Santiago de Compostela fuimos directamente a la Plaza del Obradoiro, donde se encuentra la Catedral, el Palacio del Obispo y el precioso Parador. Dejamos las maletas en la Hospedería del Monasterio de San Martín Pinario, que es donde nos quedábamos a dormir. Esta hospedería también es una auténtica maravilla, las habitaciones son muy bonitas y de las mejores en las que hemos estado, y además la localización es inmejorable, justo enfrente de la catedral.

Como llegamos bastante tarde a la ciudad, comimos en el primer restaurante en el que encontramos mesa. Por la tarde fuimos a ducharnos y descansar a la hospedería. Una vez frescos como una lechuga, dejamos las credenciales del peregrino en la Oficina de Acogida al Peregrino para que a la mañana siguiente tuvieran listas nuestras Compostelas. Esto sólo lo hacen para grupos grandes, de lo contrario debes esperar una cola bastante larga. Para obtener la Compostela es necesario entregar la credencial con dos sellos al día de distintos establecimientos e iglesias que certifiquen que se han recorrido más de 100 km para llegar a Santiago.

En la Oficina de Acogida al Peregrino hay una «obra de arte» formada por los bastones, zapatillas, y otros objetos que dejan algunos peregrinos al culminar el Camino. Nacho quiso jubilar sus zapatillas haciéndolas formar parte de dicha obra.
A la mañana siguiente fuimos al Mercado de Abastos de Santiago, que es muy bonito, a ver el marisco y pescados que vendían y otros muchos comestibles. Nosotros compramos una botella de aceite ahumado que habíamos probado en el asador de Padrón, unas cuñas de queso galmesano y una botella de orujo tostado. Y para terminar, fuimos a la catedral a «abrazar al Santo», y despedirnos.

Al medio día devolvimos la furgoneta y fuimos al aeropuerto para regresar a Málaga, con la satisfacción de haber conseguido hacer el Camino Portugués, y además haberlo hecho en familia. Ha sido una experiencia inolvidable, no solo por lo bonito que es este Camino, sino por haberlo podido hacer junto a mis abuelos y resto de familia. Y dicen que quien hace el Camino una vez repite, y así será.